Con ocasion de los 10 años del 11-M, traigo a colación este artículo de Luis del Pino escrito el 9 de marzo en Libertad Digital, 19 puntos que no tienen ningún desperdicio:
La derrota de la conspiración
Cuando se
cumplen diez años del 11-M, si algo está claro es que las teorías
conspiratorias han sido derrotadas. Para tranquilidad de todos, los medios que
han tratado de sembrar dudas sobre las investigaciones de la masacre no han
conseguido su propósito de inocular dudas en la sociedad española acerca de la
verdad judicial.
Y es que
todo está claro en la instrucción sumarial de aquel caso, por mucho que algunos
hayan intentado hacer caja a costa de buscarle tres pies a un gato que no los
tiene.
1) Si los
trenes del 11-M –es decir, los escenarios del crimen– fueron comenzados a
achatarrar menos de 72 horas después de la masacre (en vez de conservarlos,
como se hizo con el metro accidentado en Valencia o el tren accidentado en
Santiago), no fue con el objetivo de destruir pruebas, sino porque no se
consideró necesario conservarlos. ¿Para qué, si todas las investigaciones están
claras?
2) Si no se
adjuntaron al sumario actas de las muestras recogidas en los trenes fue
porque se traspapelaron o porque no se consideró necesario adjuntarlas, no
porque existiera una deliberada voluntad de ocultación.
3) Si los
centenares de muestras de los trenes recogidas y llevadas a la sede de la
Unidad Central de Tedax tampoco aparecen es porque, una vez determinados
por otros medios los datos relevantes sobre el caso, no hizo falta inventariar
esas muestras.
4) Si,
habiendo 12 focos de explosión, no fuimos capaces de encontrar ni un
solo fragmento de explosivo, ni un solo resto de los detonadores usados, ni un
solo trocito de los iniciadores empleados, ni un solo jirón de las bolsas donde
las bombas estuvieran contenidas... es porque tuvimos mala suerte y no quedó
nada de nada de las 12 bombas que estallaron.
5) Y si no
se enviaron a la Policía Científica las muestras para su análisis, como marca
el protocolo, no es porque no se quisiera analizar esas muestras, sino porque los
Tedax tenían un minilaboratorio que no contaba con equipamientos
especializados, pero que con las prisas se consideró que era más que
suficiente.
6) Si al
juez no se le envió un análisis pormenorizado de los componentes químicos
encontrados en los focos de explosión fue porque, al fin y al cabo, el
magistrado tampoco tiene por qué entender de química, de modo que no tiene
sentido aburrirle con detalles técnicos.
Además, ¿qué
más da todo eso? ¿Acaso no encontramos en una comisaría de policía, 18 horas
después de la masacre, una bomba sin detonar? ¿Para qué necesitamos entonces
las muestras de los trenes, las actas de recogida o los análisis de
laboratorio? ¡Las bombas de los trenes eran como esa que apareció en la
comisaría, como no puede ser de otro modo!
7) Es verdad
que no hay en todo el sumario ningún testimonio de nadie que viera esa bomba
en las estaciones de tren, ni en el trayecto entre las estaciones y la
comisaría donde apareció la bomba. Pero ¿qué hay de raro en eso? ¡Se
trasladaron centenares de bultos de las estaciones a la comisaría ese día! Está
claro que esa bomba aparecida en comisaría venía de las estaciones, porque ¿de
dónde iba a venir, si no?
8) Los
medios defensores de la conspiración han señalado que esa bomba tenía dos
cables sueltos, por lo que no era una bomba real, sino un simulacro.
Pero eso es una tontería: es verdad que tenía dos cables sueltos, pero porque
los terroristas se olvidaron de conectarlos.
9) Tampoco
hay nada de raro en el hecho de que esa bomba aparecida en comisaría tuviera
metralla, mientras que en los 193 muertos del 11-M no se detectó
metralla de origen terrorista. ¿Qué problema hay? Puede que los terroristas se
equivocaran con ese artefacto y, de la misma manera que se dejaron dos cables
sueltos, metieran metralla en esa bomba y en las otras 12 no. O puede que los
miles de clavos y tornillos que contuvieran las doce bombas que sí estallaron
en las estaciones se volatilizaran todos. ¡Las cosas de los explosivos son muy
complicadas!
10) Y en
cuanto a que en esa bomba hubiera una tarjeta telefónica que no hacía
falta para que la bomba funcionara, pero que nos permitió empezar a identificar
culpables a toda prisa, pues ¿qué quiere que le diga? Los terroristas eran unos
chapuceros y se dejaron ahí esa pista delatora, sí. Tuvimos suerte. Gracias a
esa providencial tarjeta hemos podido encarcelar a algún canalla.
Independientemente
de las chapuzas y las casualidades, el caso es que encontramos milagrosamente
esa bomba. Así que, aunque no se conservara ninguna muestra de los trenes, está
claro que las bombas de los trenes tienen que ser como la que apareció en
comisaría.
Por tanto,
en los trenes se usó Goma2-ECO, porque eso es lo que tenía la bomba de
la comisaría. Y en los trenes se usaron teléfonos móviles como iniciadores,
porque en la bomba encontrada en la comisaría había un teléfono móvil. Y vale
ya de conspiranoias.
11) Es
verdad que, después de 10 años, sólo hay en la cárcel un único condenado por
poner bombas en los trenes, pero al fin y al cabo otros 7 islamistas se
suicidaron en Leganés, y si se suicidaron sería por algo. Y seguro que
los que faltan hasta completar la lista de 13 colocadores de bombas murieron en
Irak o Afganistán, o en alguno de esos sitios a los que los islamistas suelen
ir a combatir a Occidente.
12) Y sí,
también es verdad que el Tribunal Supremo dijo que no se podía
determinar qué participación tuvieron los 7 muertos en Leganés en los hechos
del 11-M, y que gracias a eso las víctimas del 11-M no han podido demandar por
la vía civil a los herederos de esos muertos de Leganés, pero eso no son más
que formalismos jurídicos que en nada afectan a la verdad judicial. ¿No se
suicidaron en Leganés? Pues entonces no pueden ser sino culpables, aunque no se
sepa muy bien de qué. Y está claro que ellos tuvieron que poner alguna bomba,
porque si no, ¿quién las iba a haber puesto?
13) Y en
cuanto a lo de que no se les hiciera autopsia a los muertos de Leganés
para ver si efectivamente se habían suicidado, ese argumento no son más que
ganas de enredar. ¿De qué otra manera podrían haber muerto, salvo suicidándose?
Entonces, si está claro que sólo podrían haber muerto suicidándose, ¿para qué
perder el tiempo haciéndoles una autopsia, por mucho que lo marque la Ley?
14) Tampoco
hay nada raro en el hecho de que el octavo habitante de ese piso de Leganés, Abdelmahid
Bouchar, que escapó a la carrera del piso atravesando el cordón policial,
no fuera considerado colocador de las bombas por el tribunal. Está claro que,
si se escapó del piso, es porque no sería tan malo como los otros que había
dentro, así que el hecho de que él no colocara ninguna bomba no quiere decir
que los otros siete no la colocaran.
Los medios
de la conspiración, en su paranoia, han intentado incluso echar basura sobre
los testigos protegidos que nos permitieron condenar al único colocador de
bombas que hay en prisión, Jamal Zougham. Pero está claro, para aquel
que no tenga muy mala intención, que Jamal Zougham es culpable.
15) Es
verdad que se le detuvo por vender las tarjetas telefónicas de las bombas y que
resulta un poco raro que un miembro del comando terrorista venda las tarjetas a
sus compañeros de comando, en lugar de dárselas directamente, pero es que el
que uno sea islamista no quiere decir que no pueda ser roñoso.
16) Y es
cierto también que el vender tarjetas no es delito, y que no había un
motivo sólido para su detención inicial, pero es que luego aparecieron, en los
meses sucesivos, hasta ocho testigos que dijeron haberle visto en los trenes,
así que es normal que le mantuviéramos en la cárcel. El que esos reconocimientos
fueran contradictorios (porque, si todos los testigos dijeran la verdad, Jamal
Zougham tendría que haber estado en al menos tres trenes simultáneamente), no
tiene importancia. El Tribunal Supremo se quedó con dos de esos ocho
testimonios, y resolvió así la contradicción.
17) Y sí, es
cierto que Jamal Zougham estaba en un gimnasio la noche anterior a los
atentados, mientras se supone que sus compañeros de comando fabricaban en una
casa de Morata de Tajuña las bombas, pero de ahí no se deduce nada. A lo mejor
su papel en el asunto era de mero colocador de bombas, no de fabricante.
18)
Pretender echar basura sobre las declaraciones de las dos testigos protegidos
indica la baja catadura moral de los medios conspiranoicos. ¿Qué más da que las
testigos cambiaran sucesivamente de versión en sus declaraciones? ¿Qué más da
que una de las testigos no reconociera a Zougham hasta trece meses después de
la masacre? ¿Qué más da que algunos familiares de la otra testigo fueran
denunciados por el juez Del Olmo por intentar colarse como falsas víctimas del
11-M? Todo eso no son más que intentos de desprestigio, porque está claro que
esas testigos vieron lo que vieron: a Jamal Zougham paseando por el tren con
una mochila, aunque la familia de Zougham jure que a esa hora estaba en su casa
durmiendo.
Así pues,
todo está claro: Jamal Zougham y los de Leganés (excepción hecha del que
salió corriendo del piso), más algunos otros que tampoco importa demasiado
quién son exactamente, colocaron en los trenes trece bombas que eran como esa
que apareció en una comisaría de Vallecas 18 horas después de la masacre. Y no
hay más misterio.
Y por lo que
respecta a quién ideó y ordenó aquella masacre (lo que los medios
conspiranoicos llaman el "autor intelectual"), el que no tengamos
ningún nombre concreto no quiere decir nada. ¿No está claro que los de Leganés
eran islamistas? Pues entonces alguien, en alguna de esas redes de islamismo
internacional, decidió en algún momento atentar contra España, y no tiene
demasiada importancia que fuera un Mohamed, un Abdelmahid o un Yousef quien
diera la orden. El Tribunal Supremo ha dicho que esa célula del 11-M no
guardaba relación jerárquica con Al Qaeda, pero eso es lo de menos, porque el
caso es que eran islamistas, como se demuestra por su suicidio en Leganés.
19) Y para
aquellos que insisten en sembrar dudas sobre cosas que están claras, el que a
los dueños de la casa de Morata de Tajuña donde se montaron las bombas (cuya
pertenencia a Al Qaeda sí está demostrada) no se les llegara siquiera a
imputar en el proceso, tan solo significa que tenemos un sistema garantista y
democrático. Y para nada puede deducirse de ahí que el atentado no guarda
relación con el islamismo.
Nos ha
costado diez años, pero por fin las teorías de la conspiración han sido desbaratadas.
Porque, a menos que uno sea uno de esos periodistas que buscan enriquecerse
jugando con el dolor de los españoles y con la memoria de aquel atentado, nadie
que lea esta sencilla descripción de los hechos puede albergar ni la más mínima
duda sobre lo que sucedió aquel 11 de marzo y sobre las investigaciones
posteriores.
Luis del Pino (09/03/14)
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