viernes, 6 de junio de 2014

El huevo de la serpiente



A finales de la década de los 70 Ingmar Bergman dirigió una película sobre los inicios del nacionalsocialismo que es recordada sobre todo por su título: El huevo de la serpiente. Casi al final de esa película un siniestro personaje, el Dr. Vergerus, le explicaba al protagonista que su clínica era en realidad un laboratorio donde experimentaba con seres humanos y que eso no era más que el anticipo de una revolución en ciernes que traería un mundo nuevo. Antes de suicidarse para evitar ser capturado por la policía, el médico daba permiso al incrédulo protagonista para contar ese secreto a quien quisiera ya que nadie iba a creerle "a pesar de que cualquiera que haga un mínimo esfuerzo puede ver lo que nos depara el futuro. Es como un huevo de serpiente, a través de la fina membrana puedes distinguir el reptil perfectamente formado". Es cierto, a veces el futuro -o al menos el futurible- se aparece con total claridad a quien quiera verlo y en España, en estos últimos tiempos, creo que hasta podríamos decir con precisión la especie de la serpiente que estamos incubando.

Hace una década que José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la presidencia del gobierno e inició, con sus negociaciones con ETA y los estatutos de autonomía de segunda generación, una crisis institucional que desde entonces no ha hecho sino agravarse. La crisis económica de estos años desde luego no ha ayudado, pero mucho más nefasta ha sido la acción/reacción/inacción de los sucesivos gobiernos y de los principales partidos políticos de este país. Esos partidos, hundidos hasta las rodillas en el fango de la corrupción, no han dejado de meter las manos en todo lo que han podido -el poder judicial, los órganos reguladores, las cajas de ahorro, etc.- con una voracidad ilimitada e insaciable. Desde hace años casi nada de lo que pasa en este país escapa a su control y por ello en casi todos los ámbitos de la vida pública triunfa el más servil, el más trepa o el que menos molesta, mientras que la inteligencia, el trabajo y la honradez no son valorados ni en la política, ni en el periodismo, ni en la universidad, ni en casi ningún sitio. No hay institución que no aparezca ante los ciudadanos como putrefacta y el propio país amenaza con descomponerse y desmembrarse ante nuestros propios ojos.

No cabe dudad de que la España de la transición estaba muy lejos de ser un país modélico pero en la última década, en lugar de ir social y políticamente hacia delante, hemos comenzado a caminar hacia atrás a velocidad creciente y cada vez estamos más lejos de lo que un día soñamos ser. En este contexto resulta extraordinariamente preocupante que la aparición de un nuevo actor político, que desde un primer momento acertó con este diagnóstico y que lleva siete años proponiendo profundas reformas para salvar este país y sus instituciones, lo que haya recibido de los demás partidos políticos y de los medios de comunicación hayan sido calumnias, insultos y silencio. Me refiero a Unión Progreso y Democracia por si había alguna duda. No ha habido ocasión en la que absolutas nimiedades o completas falsedades que supuestamente pudieran perjudicar a nuestro partido no hayan ocupado hasta portadas de periódicos nacionales, mientras se ha silenciado sistemáticamente un trabajo ejemplar -lo repito sin rubor, ejemplar- en el Congreso de los diputados, en la Asamblea de Madrid, en el Parlamento Vasco, en el Parlamento Europeo y en otras muchas instituciones, por no hablar de nuestra lucha ante los tribunales contra la corrupción, o los estudios y publicaciones que hemos realizado y que son primero ignorados, luego atacados y finamente plagiados. Del mismo modo nuestra permanente presencia en la calle y el continuo diálogo con los ciudadanos en todo tipo de actos, cosa que nunca hemos dejado de hacer desde que nacimos tanto en campaña como fuera de ella, es algo que no parece llamar la atención de ningún medio, pero que es recibido con aclamaciones si lo hacen otros. En las instituciones en las que contamos con representación no hay iniciativa nuestra tendente a luchar contra la corrupción, a acabar con la politización de la justicia o a mejorar la transparencia -en definitiva a regenerar la democracia-, que no despierte la oposición unánime de los demás grupos, oposición que además suele ir acompañada de acusaciones de populismo, oportunismo y demagogia.

Se diría que partidos políticos y medios de comunicación han hecho todo lo posible para que no se visibilizara una opción política que intentaba, desde la lealtad y el respeto institucional, acometer sin miedo las reformas que este país necesita. Tanto partidos políticos como medios de comunicación, insisto en ello, han estado de acuerdo en mantenernos ocultos durante estos años, tan de acuerdo como han estado en dar últimamente la máxima publicidad y credibilidad a otras opciones menos serias -no hace falta sino mirar la errática trayectoria de algunas de esas formaciones o esos incómodos índices de transparencia- o a grupos directamente contrarios al orden democrático constitucional.

En este sentido merece especial mención el caso de Podemos, un partido político (creo que es un partido propiamente dicho, pero no estoy seguro porque sus estatutos son uno de los secretos mejor guardados junto con la fórmula de la Coca Cola) que ha nacido aupado por el poder mediático, tanto de derechas como de izquierdas. Es curioso cómo de entre todos los tertulianos metidos a candidatos (hay donde elegir), de entre todos los partidos nuevos que han aparecido (no son pocos ni mucho menos despreciables), los medios han decidido echar el resto para convertir en las nuevas estrellas a los únicos que realmente han dado muestras de ser verdaderamente antidemocráticos. Seguro que esta última afirmación les parecerá exagerada a muchos de los que, de buena fe, han apoyado con su voto la imagen edulcorada que los medios han ofrecido de determinados personajes, pero déjenme que les enseñe un par de cosas.

En octubre de 2010 Rosa Díez fue invitada por la Universidad Complutense a dar una conferencia en la Facultad de Ciencias Políticas. No era la primera vez que iba, ni la primera en que algunos intentaban impedir este simple ejercicio de libertad de expresión al que al parecer otros tienen incuestionable derecho. Esta vez el grupo de estudiantes al que, porque ellos lo valen, se le cedió el micrófono para insultar a la diputada ante la pasividad del decano, estaba liderado por un profesor y un investigador que años después iban a convertirse en esos adorables personajes televisivos que todos conocemos. Véanlos en estas imágenes inéditas y luego sorpréndanse al leer este artículo, "Tarjetas rojas y rendición de cuentas de los políticos", que días después ambos dos individuos firmaron y en el que hablaban de lo sucedido en Ciencias Políticas como si ellos no hubieran estado siquiera allí. Encontrarán cosas como ésta:

"Dos semanas antes, el jueves 21 de noviembre, (en realidad fue el 21 de octubre) estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas de Complutense habían recibido a Rosa Díez de la misma forma, leyendo además un comunicado donde denunciaban que la diputada de UPyD pretendía usar el rechazo que su presencia despertaba entre los estudiantes de izquierdas como trampolín mediático."


Vaya, a uno de los autores, actualmente jefe de campaña de Podemos y que al parecer no era estudiante entonces, se le olvidó decir que fue él mismo el que leyó ese comunicado y que su colega era el que dirigía el grupo. Pero es comprensible, eso estropearía ese bonito cierre de su artículo:

"No es casual que hayan sido los estudiantes de una facultad de políticas los creadores, a través de las redes sociales, de la tarjeta roja como instrumento de sanción simbólica para una clase política poco acostumbrada a rendir cuentas. Seguramente saben mejor que nadie que la política democrática ha sido siempre el arte del conflicto."

Supongo que eso de organizar acciones de boicot y sabotaje, luego atribuírselas a otros y finalmente hacer exégesis de ellas hablando de uno mismo en tercera persona es cosa que se aprende en los libros de primero de agitprop, pero no todos los jefes de campaña hemos leído los mismos manuales de marketing político, yo de hecho no he leído ninguno, y tal vez por eso me sorprenden y me parecen inaceptables estas cosas.

Pero para que vean algo que da muestra cabal del auténtico rostro de estos simpáticos muchachos echen un vistazo a esto. Se trata del asalto que un numeroso grupo de estudiantes, capitaneado por el citado actual jefe de campaña de Podemos, realizó dos años después, en 2012, a la clase del profesor José Antonio Moral Santín. Es un video estremecedor, una muestra de matonismo político digno de las más repugnantes turbas fascistas, chavistas o abertzales, tanto da, en el que no solo se humilla a un profesor ante sus alumnos de manera cruel, sino que además se graba en video y posteriormente se exhibe en la red, tal como exhiben los acosadores escolares sus fechorías para infligir aún más daño a sus víctimas. Moral Santín, que fue vicepresidente de Caja Madrid gracias a IU, no es precisamente un político a imitar, pero si hizo algo ilegal lo que hay que hacer es llevarle a los tribunales donde pueda ser juzgado con garantías y defenderse, y eso es exactamente lo que UPyD hizo con la querella Bankia, denunciarle a él y al resto de los directivos. Sin embargo para estos camisas negras donde esté un juicio popular sumarísimo (hoy llamado escrache) que se quite la justicia con garantías. Ya lo dicen al inicio del vídeo: "Es legítimo y necesario que la ciudadanía señale y persiga a ciudadanos como este, que desconfíe de una justicia hecha a medida del poder"

En fin, que estos son los personajes que, antes y después de las elecciones europeas, han causado fascinación en muchos medios y comentaristas que ya les ven como a los héroes clásicos, quizás porque ellos mismos ya se ocupan de decir que eso es lo que que son y se sitúan nada menos que en la estela de Antígona (lo hacen hablando de sí mismos en tercera persona, por supuesto). Es comprensible, hagan la prueba y compárenlos con otros candidatos de estas pasadas elecciones europeas. ¿Cómo no va caer rendida la prensa ante la épica de esa juventud alegre y combativa que se arriesga a asaltar la clase de un peligroso profesor sexagenario, o ante el heroísmo de ese joven que, prácticamente en solitario y superando su miedo, lee con mano temblorosa un papel con hermosas palabras de libertad ante una fiera mujer? Comparado con esto ¿qué épica podían aportar otros candidatos? ¿Haberse jugado la vida frente a una banda terrorista con 800 crímenes sus espaldas? ¿Haber visto asesinados a sus seres queridos a manos de esos criminales? ¿Haber estado secuestrado por estas fieras 532 días? Bah, niñerías.

Como decíamos al principio a veces se ve perfectamente a la serpiente dentro de su huevo. Pero no se equivoquen, Podemos no es la serpiente, es solo la cola de la serpiente, pero ésta es una serpiente de cascabel y en este caso el cascabel no sirve para advertir del peligro, sino para distraer. Lo que estamos presenciando es una maniobra para agitar el viejo espantajo del "o nosotros o el caos", aunque en este caso lo del caos es cierto y se les puede ir de las manos. La cosa es así de sencilla: el poder establecido ve peligrar su estatus por un grupo que, haciendo bandera de la transparencia, la honestidad política y el respeto a la ley, avanza despacio pero de manera constante hacia sus objetivos políticos (habrán adivinado que me refiero a UPyD). Ese poder, para frenar su propia caída, para hacer que la gente crea que no es posible nada mejor de lo que ya conoce, silencia todo lo posible a ese grupo y da altavoces a otro, políticamente insolvente, tramposo, y profundamente antidemocrático, pero capaz de llegar emocionalmente a mucha gente. Se deja crecer el suflé y luego solo queda esperar a que caiga por su peso arrastrando la posibilidad de cualquier cambio real. Todo queda como antes.

Lo peor de todo esto es que estas cosas se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban, y experimentos para alimentar tácticamente grupos extremos -propios o del oponente- han acabado muy mal en este país y en otros muy próximos. Esta semana, con un sentido de la oportunidad realmente mejorable, el Rey ha abdicado y las nuevas estrellas del rock no han tardado ni cinco minutos en apuntarse la victoria y en decir que quieren dar un salto atrás no ya de treinta años, sino de ochenta. No creo que tarde en anunciarse un nuevo asalto al Congreso y es cuestión de suerte que los altercados que aquí y allí se producen cada día y cada noche no acaben poniendo muertos encima de la mesa. El PSOE se desangra mientras los socialistas no saben si quieren cambiar todo para que todo siga igual o prefieren tirarse al monte, ignorando que ambas opciones son letales para ellos. IU no tengo duda de que lo mismo pone un nuevo vicepresidente en Bankia que se echa a las barricadas, así que lo que toque. El PP intentará salvar su propio cuello y no renunciará ni a una prebenda para salvar un país que, a pesar de toda su retórica, no le importa lo más mínimo.

Paco Pimentel
04/06/14