viernes, 14 de marzo de 2014

El fraude de las policías autonómicas


Otra perla que he encontrado por ahí. Sin desperdicio alguno.
Escrito por José L. Román


Por todos es sabido lo complaciente que la partitocracia ha sido y es con los independentistas catalanes y vascos. Y esto ha sido así porque ellos –los separatistas-, son parte esencial del sistema. El compadreo de González, Aznar, Zapatero y ahora Rajoy con los separatistas ha sido y es vomitivo, pero, hay algo en ese panfilismo que me ha llamado siempre la atención, y no es otra cosa que el amparo, el lisonjeo y el apoyo incondicional que el Estado ha brindado siempre a las policías políticas catalana y vasca, si lo comparamos con el desamparo e indiferencia a la Guardia Civil y al Cuerpo Nacional de Policía. Ejemplos no faltan:
¿Se acuerdan ustedes cuando el actual alcalde de Zaragoza partía el bacalao en la Audiencia Provincial de Bilbao? Pues bien, este déspota no tenía más misión ni empeño que cargarse el aparato antiterrorista, procesando a todo guardia civil o policía nacional señalado por el dedo de un etarra; ordenó que cientos de guardias civiles y policías nacionales pasaran por ruedas de reconocimiento, para que los terroristas detenidos por cometer los crímenes más abyectos, acusasen a placer a los que denominaban sus “torturadores”. Garantías procesales para nuestros guardias civiles y policías, ninguna, eran el objetivo del sistema en manos de un juez dedicado a la política. Bonita imparcialidad la suya señor Belloch, pero sin embargo, usted se escondió como una comadreja y su silencio lo hizo cómplice, de los crímenes de Estado diseñados por su propio partido en el gobierno, cuando se asesinaba arbitrariamente a supuestos etarras en el sur de Francia y se enterraban sus cadáveres con cal viva en territorio español.

¿Se acuerdan ustedes del caso Linaza, en el que el padre de un etarra denunció a la Guardia Civil por torturas? Pues a pesar de quedar demostrado que aquel padre pertenecía a un comando de información terrorista y tras veinte largos años de proceso judicial, hubo guardias civiles insertos en aquel sumario, que ya en situación de retirados en su casa con su familia y tras cuarenta años de servicio a España, fueron detenidos y recluidos en la prisión de Logroño.

¿Se acuerdan de la congelación salarial ordenada por Aznar en 1996 para los funcionarios españoles? Pues esa congelación de sueldos tan campanuda, no afectó en absoluto a las policías autonómicas ni a funcionarios de las administraciones separatistas, porque todos ellos continuaron firmando sus convenios colectivos unilateralmente y al margen del Estado, con subidas salariales pactadas entre los sindicatos policiales autonómicos y los gobiernos antiespañoles. El endeudamiento en el que pudieran incurrir los separatistas con estas golosinas para sus respectivas guardias pretorianas les importaba un carajo, detrás estaba “papá” Aznar que necesitaba sus votos para sacar adelante los presupuestos en las Cortes.

¿Se acuerdan del ‘Caso Roquetas de Mar’ donde nueve guardias civiles fueron cesados de inmediato acusados de matar supuestamente a golpes a un detenido? Pues bien, la Justicia siguió el procedimiento habitual y nadie, absolutamente nadie ha pedido amparo ni el indulto para ninguno de estos agentes. Por el contrario, los policías políticos del gobierno catalán procesados y condenados por torturar a un joven en 2006 que detuvieron por error y a quien llegaron a meterle una pistola por la boca según mostraron las imágenes, fueron indultados por el gobierno de Rajoy en diciembre de 2012 sin dar explicaciones absolutamente a nadie.

Pero, por si todo esto fuera poco, el pasado 5 de octubre de 2013, asistimos a otro caso protagonizado por estos policías políticos del gobierno catalán, que mataron supuestamente a golpes a un empresario del barrio del Raval de Barcelona cuando procedían a su detención. En esta ocasión, el gobierno del Estado no ha dirigido a través de ningún portavoz, la firme repulsa y condena que por ejemplo lanzó contra los jóvenes que el pasado 11 de Septiembre de 2013 irrumpieron con banderas nacionales en el club Blanquerna de Madrid.

Pero hay más, en Marzo de 2013, el gobierno autónomo de Cataluña anunció la convocatoria de un nuevo concurso, para provisionar varias plazas fijas de mozos de escuadra en toda la región. Este concurso y como viene siendo habitual -según denuncias de varios mozos a la prensa-, se ha convertido en un mercado negro de compraventa de plazas.

A ver si puedo entenderlo. Cuando cualquiera de nosotros tiene un local y sus paredes necesitan una mano de pintura, es más que evidente que buscaremos un profesional o una empresa que nos haga el trabajo por el menor coste posible en igualdad de condiciones que otra cuyo precio sea superior. Pues bien, en España tenemos dos Cuerpos de Seguridad estatales, estos son por orden de antigüedad: Guardia Civil y Policía Nacional. Tomemos como ejemplo solamente uno de ellos, el más antiguo. Si los españoles tenemos la suerte de contar con la Guardia Civil, que a pesar de su bajo presupuesto es considerada incluso por los Estados Unidos de Norteamérica uno de los Cuerpos de Seguridad más efectivos del mundo, ¿cómo es posible que los distintos gobiernos del Estado, hayan restado competencias a este Cuerpo en dos regiones españolas y se hayan empeñado y se empeñen en crear y mantener cuerpos de policía cuyo coste es un despilfarro más que evidente para las arcas públicas, además de haber demostrado hasta la saciedad que no son efectivos por falta de imparcialidad, debido principalmente a su carácter político?

Un policía autonómico catalán o vasco, le cuesta al erario público el doble que un guardia civil. Estos policías autonómicos, a pesar de tener competencias en seguridad ciudadana trabajan en demarcaciones circunscritas únicamente a esas regiones y, lo más importante, ambos cuerpos de policía son las guardias pretorianas de partidos políticos que persiguen la independencia de España de aquellos territorios donde estos agentes están desplegados. Por el contrario, la Guardia Civil ha sobrevivido a cualquier régimen político desde su creación en 1844; tiene en su haber una hoja de servicios que es la envidia de cualquier cuerpo policial de mundo; tiene competencias de toda índole en cualquier punto y rincón de España peninsular, insular y africana; es un Cuerpo que con relación a sus medios la efectividad es a todas luces sobresaliente y, como ha quedado demostrado y para vergüenza de la casta, lo han convertido en la “cenicienta estatal” de la democracia, al contar con el presupuesto más exiguo de todas las Instituciones del Estado, de lo que se desprende, que sus agentes sean los peor pagados de toda la Unión Europea a pesar de la férrea disciplina a la que están sometidos. Esta es la cruda realidad. Desde aquella época en que sus caídos en Vascongadas eran enterrados en silencio y a la hora de la siesta, pasando por una dotación de vehículos de “juguete” o tener que patrullar a pie por falta de combustible, y recordando la triste y vergonzosa etapa del socialista Roldán al frente de la Benemérita, la Guardia Civil ha sido indiferente para todos los gobiernos del sistema como lo demuestra el hecho, de que al frente de la Institución siempre han sido colocados los más incompetentes, iletrados e ineptos de cada partido en la poltrona. Los caídos en el cumplimiento del deber y sin invocar ningún derecho se cuentan por centenares, mientras sus padres, hermanos, viudas y huérfanos son humillados por la casta, viendo como sus asesinos son puestos en libertad y régimen abierto carcajeándose de las víctimas.

Todavía existen cuarteles de la Guardia Civil que se caen literalmente a pedazos en las mismas poblaciones, donde se levantan edificios oficiales con presupuestos millonarios pero que nadie sabe para qué sirven. Un ejemplo lo podemos encontrar en Tragacete (Cuenca) donde el cuartel de la Guardia Civil amenaza ruina total, y a escasos metros del cochambroso acuartelamiento ha sido levantado un edificio cuyo coste ha superado los 4.000.000 de euros, que permanece cerrado con desperfectos de toda índole, y que en su día fue inaugurado pomposamente bajo el nombre de: “Centro de interpretación de la naturaleza de la Serranía de Cuenca”. Por el contrario, vean ustedes cualquier comisaría de las policías políticas de Cataluña o Vascongadas donde la casta no ha parado en barras a la hora de invertir dinero a chorros, millones y millones de euros en la construcción de amplias y modernas dependencias, buenos equipos, medios de trabajo y tecnología al más alto nivel, y un parque automovilístico que ya lo quisieran muchos estados europeos para sus respectivas policías.

Podríamos seguir durante horas enumerando un sinfín de inmoralidades y felonías de esta casta y de este sistema, donde el fraude de las policías autonómicas es sólo la prueba evidente de que los españoles tenemos lo que nos merecemos. Una vez neutralizada por la casta nuestra capacidad de reacción ante los ataques a la Patria, no nos hemos preocupado en absoluto como contribuyentes, de saber lo que cuestan las televisiones y radios autonómicas o las policías políticas; no hemos sabido valorar en su justa medida a la Guardia Civil ni a la Policía Nacional a tenor del nulo respaldo a pesar de la sangre vertida frente a los terroristas. Solo cuando las víctimas comenzaron a tener color político, la casta y sus medios escritos y audiovisuales comenzaron a movilizar al populacho con manifestaciones silenciosas, lazos negros y manos pintadas de blanco. Los votantes por un día y contribuyentes de por vida no han castigado al corrupto ni al mentiroso en las urnas, lo han encumbrado más todavía. El pueblo, atontado y ensordecido por la cantinela lanzada a través de los medios audiovisuales del sistema desde hace 37 años, ha insistido en votar a quienes hoy se sientan en el banquillo de los acusados por corruptos y ladrones. Sólo esta crisis con la brutal cifra de desempleo por la fuga veloz de capitales, y agudizada principalmente por la explosión de la burbuja inmobiliaria, cuya onda expansiva ha dejado al descubierto la deuda astronómica de las autonomías políticas y las Cajas, ha sido capaz de despertar a este pueblo que por fin empieza a desperezarse y a darse cuenta de que sólo esta casta y esta partitocracia de autonomías políticas, nos han llevado hasta el capítulo doloroso del que hoy nos lamentamos.

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