jueves, 20 de diciembre de 2012

Tendréis que acostumbraros


Cruda realidad

Artículo de Salvador Sostres
El Mundo (18/12/12)

Los médicos de Madrid tienen que entender cuanto antes que no se trata de ellos ni de un capricho del PP, sino de que el sistema socialdemócrata ha tocado a su fin porque nació ya defectuoso y era sólo cuestión de tiempo que se colapsara. No es que haya llegado la derecha. Es que se ha acabado el dinero. Ese dinero de los demás que siempre se acaba aunque al principio el botín pareciera inagotable.
Que el servicio sea universal no significa que los hospitales tengan que ser públicos ni los médicos, funcionarios. Los hospitales tienen que ser privados y competir entre ellos. Los médicos tienen que ser profesionales lo más competentes y competitivos posibles y acostumbrarse a cobrar según su rendimiento y calidad.
Cualquier padre responsable, por rico que sea, por haciendas que posea, intenta educar a sus hijos en el esfuerzo y en el sacrificio, enseñándoles a respetar el valor de cada cosa, y dotándoles de la arquitectura moral y científica necesaria para que, con el tiempo, puedan defenderse en cualquier escenario y sepan por su cuenta ganarse la vida. Ningún padre en su sano juicio educa a sus hijos en el tú no te preocupes de nada que yo voy a pagártelo todo eternamente, porque sabe que puede llegar un día en que tal promesa no sea cierta.
Lo que ni un padre millonario le promete a su hijo, un Estado en bancarrota no puede prometerlo ni a sus maestros, ni a sus médicos, ni a sus enfermos, ni a sus alumnos, ni a nadie. No podemos continuar hablando de lo público como si no nos hubiéramos dado cuenta de que las arcas están vacías.
Los médicos de Madrid pueden quejarse tanto como quieran, pero la verdad no va a moverse: el dinero se ha acabado, ya no es posible mantenerles como funcionarios, y tendrán que empezar a competir como personas adultas y libres que se ganan la vida según la calidad de su trabajo.
El Estado pagará el médico de quien realmente -realmente- no pueda pagarlo mediante un sistema de concertación mucho más razonable que el gratis total e indiscriminado. Todo ha de ser proporcional, estricto y ordenado: y uno que cobra 1.200 euros al mes puede pagarse una mutua de 90 euros mensuales y, por lo tanto, tendrá que pagársela.
Hay que volver al rigor. Paciente a paciente y caso por caso. Tratando con un respeto escrupuloso el dinero de los demás y exigiendo a cada cual su parte de responsabilidad, que es el único modo que tenemos de poder ayudar a los verdaderamente necesitados sin dejar tirado a nadie. Los derechos humanos son, en teoría, universales; pero luego, en la práctica, cada país tiene los derechos que puede pagarse. En España tenemos lo que tenemos y decirles cualquier otra cosa a los españoles es engañarles. Hay que dejar de quejarse y sentar las bases de un nuevo contrato entre el Estado y el ciudadano, que devuelva al individuo el protagonismo y el control de su vida.
Y si tan altruistas son los médicos madrileños, y tan preocupados están por la calidad de la Sanidad, que empiecen por asumir que la era de sus privilegios ha terminado, que se acostumbren a vivir de su talento y no del Estado, y si todavía les quedan fuerzas para más paternalismo y más carraca, que hagan horas extra en su consulta privada para atender gratis a los pacientes más necesitados, y que sean por fin auténticamente solidarios pagándolo de sus bolsillos, y no del nuestro, como hasta ahora ha pasado.

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