viernes, 12 de febrero de 2016

Esto que vas a leer no te va gustar por seis razones


Pero léelo de todos modos
Estas son las seis razones por las que Iglesias y los suyos van a hacer tabla rasa de la Transición. No lo impidieron quienes –sabiendo de qué pie cojeaban- no pusieron los medios para ilegalizarlos. Con 5 millones de votos y 69 escaños, ya es demasiado tarde.

1. Porque tienen la audacia por divisa.- Ningún otro líder es tan osado, arrogante, y resolutivo como Iglesias, y así lo escenificó en la rueda de prensa en la que reclamó la vicepresidencia del Gobierno. Ningún otro rompe esquemas como lo hace él, atreviéndose a entregarle ¡al rey! el regalo envenenado de la serie Juego de Tronos.

O demostrando su desprecio por la monarquía al reservar la etiqueta para la Gala de los Goya, y presentarse ante el rey en mangas de camisa.

Frente a una generación de líderes carcomidos por los complejos, llama la atención la capacidad de iniciativa y el descaro del único que realmente parece saber lo qué quiere y que tiene claros sus objetivos. Cierto, estos objetivos son terribles para España, pero nadie como Iglesias ha entendido que la política es audacia, como preconizaba Danton y el propio podemita ha recordado en su artículo de El País: “l’audace, encore de l’audace, toujours de l’audace”.

2. Porque concibe la política como guerra.- “La guerra es una función interna de la política” La frase no es de un ideólogo nazi o mussoliniano, sino de Iñigo Errejón. Y responde al esquema de Podemos, heredero de los viejos marxismos radicales con unas gotas de populismo.

La política es conflicto… se trata de ganar, haciendo trampas si es preciso, porque no hay fair-play que valga

Basta leer los libros de Iglesias y sus influencias (Ernesto Laclau, Carl Schmitt, Gramsci, George RR Martin) para constatar que concibe la política como conflicto, y la lucha por el poder como una guerra despiadada en una partida de ajedrez en la que se trata de ganar, haciendo trampas si es preciso, porque no hay fair-play que valga.

Desolador panorama dirán ustedes. Precisamente porque es así de crudo, conviene saberlo, para descubrir el verdadero rostro de Podemos, un rostro que ellos no se molestan en ocultar.

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias (3d), durante la rueda de prensa que ha ofrecido en el Congreso de los Diputados

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias con los que formarían parte de su gobierno: José Julio Rodríguez (Defensa), Xavier Domènech (Cartera de la plurinacionalidad), Pablo Iglesias (vicepresidente), Victoria Rosell (Justicia) e Iñigo Errejón (Interior). / EFE

3. Porque van a romper las reglas del juego.- Tampoco ocultan que van a hacer una nueva Transición, declarando desfasada la anterior y caducados los viejos partidos que la protagonizaron. No ocultan que están dispuestos a cambiar las reglas del juego, -como se cambiaron con la reforma política de 1976, no lo olvidemos- bajo una eslogan tan explícito como inquietante: “el poder está por encima de la ley” (Pablo Iglesias).

La historia les da la razón. No se puede hacer una tortilla sin romper huevos: si la ley no se ajusta a la voluntad del gobernante, se cambia la ley (o se interpreta o se busca un subterfugio o se retuercen las palabras)… los parlamentos están llenos de ejemplos.

Ese mensaje se lo han comprado cinco millones de españoles y con ese mensaje han establecido una cabeza de puente en el Congreso (69 diputados), sin contar con la red de ayuntamientos que ya controlan (Madrid, Barcelona, Zaragoza etc.)

No dudarán en cambiar las reglas, tanto si se repiten las elecciones y logran un buen resultado; como si gobiernan en un Frente Popular con un PSOE al que se van a merendar.

4 . Porque aplican el rodillo de los hechos consumados.- Si su lógica es la del maquiavelismo, recurrirán a la mentira –trademark de todos los marxismos- para cumplir sus objetivos y mantenerse en el poder.

 ¿Alguien puede creerse que fueron meros despistes la supresión de la placa los carmelitas o la carnavalada de ETA?

De hecho, ya lo están haciendo en los poderes locales que señorean.

Así las cosas, ¿cómo no sospechar del Ayuntamiento de Madrid cuando se disculpó diciendo que fue un error la  retirada de  la placa de los carmelitas fusilados en la Guerra? ¿Fue un despiste realmente? ¿o un tanteo para ver si alguien protestaba?, si lo hacía, pedían disculpas y reponían la placa; pero sí nadie reclamaba, eso que tenían ganado, por la vía de los hechos consumados.

Por esa regla de tres, ¿esperan que nos creamos que ni la alcadesa Carmena ni la edil de Cultura Mayer conocían los contenidos de la carnavalada enaltecedora de ETA? ¿Otro despiste?, ¿del mismo consistorio cuyos concejales lanzan twits riéndose de los judíos del Holocausto, asaltan capillas o se mofan de Irene Villa? Mucha casualidad.

5. Porque desvelan la hipocresía de los viejos partidos.- Iglesias pone frente a sus contradicciones a los partidos constitucionalistas que se atribuyen la exclusiva de la pureza democrática.

Así recuerda que PP y PSC dieron alas, de distintas formas y en diversos grados, al secesionismo catalán. Y, sin ocultar, la propia entente de Podemos con los proetarras de Bildu, recuerda que el PS de Euzkadi del hoy presidente del Congreso, Patxi López, negoció con ETA, a escondidas.

O jugamos todos o rompemos la baraja, parece concluir Iglesias, siguiendo su serie de cabecera, Juego de tronos. Y como esto es la guerra, rompemos todos y vamos, a muerte, a por el poder. Quitémonos las máscaras y olvidémonos de la politesse que nadie sigue.

6. Porque son los verdaderos políticos.- Iglesias y sus chicos son los únicos verdaderos políticos, no en el sentido de la búsqueda del bien común de Aristóteles y Santo Tomás, sino en el sentido de Maquiavelo y Carl Schmitt, es decir en sus términos más despiadados de lucha por el poder.

Los demás sólo son unos aficionados.

 

Alfonso Basallo
07/02/2016

miércoles, 10 de febrero de 2016

Sé Feliz


Tres consejos que cambiaran tu vida….

Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nuestro cerebro trata de ser feliz.
La Universidad de Harvard (y más concretamente Robert Waldinger, director del 'Estudio del Comportamiento adulto') ha acudido en tu ayuda. Y es que, este experto ha establecido los tres consejos que, según afirma, te cambiarán la vida.

Para realizar esta afirmación tan osada, Waldinger se basa en un estudio que está dirigiendo (basado en datos recabados desde 1938) y cuya investigación sigue todavía en ciernes. En el mismo se está analizando el comportamiento de dos grupos de voluntarios que, cada dos años, son sometidos a un profundo cuestionario sobre todos los ámbitos de su vida.
 «Nos bombardean constantemente con ideas y conceptos que tenemos que buscar para ser felices en la vida”.

En palabras de Waldinger, es posible mejorar nuestra vida y ser más feliz con solo tres premisas:

1-Mantener vínculos cercanos. Está demostrado, las personas más felices y sanas mentalmente son las que se muestran más cercanas con sus familias y amigos. De hecho, el experto afirma que tienen además una vida más larga que aquellos que están más distanciados de sus seres queridos.
2-Lo importante es la buena calidad de las relaciones, y no la cantidad. En ocasiones, pensamos que aquellos que más felices son los que tienen infinidad de amigos. Mucha gente cree que la cantidad de 'me gustas' que acumula en las redes sociales satisface sus necesidades de estar en compañía y sentirse querido. Sin embargo, esto no es lo que importa. Así lo demuestra el que muchos de los voluntarios que tenían discusiones constantes con compañeros, familiares y parejas mostrasen un nivel de felicidad muy bajo. Así pues, hay que evitar las relaciones conflictivas y apostar por las sanas. Y más a partir de los 30 años cuando, según la ciencia, el cómo nos relacionamos con los demás es determinante para nuestra salud mental.

3-Apoyar y entender «al otro». Estar conectado con otra persona es beneficioso a nivel mental. Sin embargo, para ello hay que apostar por la empatía, la cual consiste (entre otras cosas) en escuchar los problemas del otro y esforzarnos en entenderle. Se trata, en definitiva, de ponerse en el lugar de los demás.

«A lo largo de estos casi 80 años de estudio, se ha demostrado que la gente con mayores signos de felicidad fueron aquellos se esmeraron en construir buenas relaciones, estar cerca de la familia, de los amigos y de su comunidad»,